El día 30 de Junio con 36 semanas de mi tercer embarazo se me rompió la fuente acudi al centro médico y me enviaron a caminar para dilatar más. Pero yo iba con una referencia de mi medico que necesitaba cesaría, pero en el hospital me dijeron que podía ser parto ya que mi primer hijo fue por parto natural.
Pasadas las horas llegó el especialista a revisarme y no encontraba el latido de bebé por lo que me hizo ultrasonido, luego de mucho discutir y examinar con otros médicos nos dieron la mala noticia que mi bebé estaba muerto, el dolor, la rabia y la impotencia por lo sucedido fue muy grande.
Pensé de haber realizado la cesárea mi bebé estaría vivo y no se hubieran ahogado, lloré muchísimo con mi esposo y pedí el traslado al hospital en que llevaba mi control, al llegar al otro centro médico me preparan para inducir el parto de mi bebé ya fallecido es tan doloroso ese proceso.
Luego dolor, cansancio y devastada emocionalmente me dan la salida sin bebé y ha realizar los papeleos para retirar el cuerpo.
El dolor y tristeza que siento son tan inmensas, todas las espectativas y sueños de tener nuestro bebé en brazos se esfumaron en un momento.